Hablar sobre la violencia

El siguiente artículo decidí escribirlo a partir del trabajo grupal con hombres que se relacionan de modo violento. En ese trabajo comprendí que circula mucha información académica- no académica sobre los sujetos que sufren violencia pero poco existe sobre aquellos que son responsables de dicha violencia.

Para comenzar con este planteo, y para comprender el trabajo con hombres que se vinculan de modo violento, es importante definir de qué hablamos cuando hablamos de violencia.
Comenzaremos entonces diferenciando entre el concepto de agresividad y el de violencia. La agresividad es la utilización de la fuerza frente a un peligro inminente, es una herramienta de protección de uno mismo y de los suyos. Así, el objetivo principal de la agresividad es proteger y construir, no destruir.

En contraposición, la violencia es el uso abusivo de la fuerza, para obligar a alguien en contra de su voluntad. Su objetivo principal es someter o destruir, eliminar la diferencia, la singularidad y el deseo de la otra persona cuando no coincide con los propios. Así, la violencia desbarata elterritorio del otro, y el propio, invade y desdibuja los límites. Es una fuerza que destruye al otro y a uno mismo, en tanto el ser del emisor del acto violento depende del que somete. En este marco relacional, la diferencia será entendida como peligrosa para el sostenimiento y la continuidad de la propia identidad.

La violencia es un fenómeno interaccional y no individual, por lo que no denota una identidad. El hombre o mujer no son violentos, sino que se vinculan y resuelven los conflictos de este modo, a partir de lo aprendido dentro de una dinámica familiar específica. La violencia entendida como un fenómeno dinámico de interacción posible, entre otros, permite pensar de qué modo los sujetos participan de este vínculo, y hacerlos responsables de dicha participación para lograr un cambio. Por eso ya no se utilizaran las palabras “víctimas” o “violentos”, sino “actor-receptor” y “actor-emisor” de
la violencia, teniendo el concepto de actor, una connotación activa para los participantes de este tipo de vínculo.

Los 5 tipos de Violencia

La Ley No 26.485 “Violencia contra la mujer”, presenta cinco tipos de violencia:

  • Psicológica: causa daño emocional y disminución de la autoestima.
  • Física: se produce contra el cuerpo del otro y produce dolor, daño o riesgo de producirlo.
  • Sexual: cuando se obliga al otro a cualquier contacto sexual.
  • Simbólica: se basa en patrones estereotipados que determinan el modo de ser del otro, eliminando toda posible diferencia, por ejemplo “la mujer debe quedarse en su casa esperando a su marido que vuelva del trabajo”.
  • Económica: es una coerción sobre los recursos económicos.

También será importante diferenciar el concepto de violencia familiar y violencia de género. La violencia familiar es toda forma de abuso entre los miembros de una familia, por lo que no es exclusivamente violencia contra la mujer, sino que incluye, violencia hacia el hombre, cruzada, hacia los hijos o ancianos, mientras que la violencia de género se refiere solo a la mujer e incluye, de acuerdo con la ley 26.485, toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertades, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.

La interacción violenta y los tipos de relaciones violentas

La interacción violenta consiste en tres momentos que se repiten de
modo circular:

  1. Acto violento en sí: Se produce a partir de un conflicto o una
    diferencia. Tanto para el actor emisor como para el receptor la culpa de
    este acto siempre está justificada en las acciones u omisiones del otro.
  2. Pausa complementaria: Aparece el sentimiento de culpa a partir de
    la cual el emisor de la violencia pide disculpas y realiza distintas acciones
    de reparación.
  3. Momento de reconciliación: Esta etapa se conoce como “luna de miel” ́ en tantolos participantes de la relación no se vinculan de modo violento, olvidando o banalizando los actos violentos ejercidos con anterioridad.

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Los distintos tipos de violencia que se desarrollaran a continuación presentan como característica este circuito:

  • Violencia agresión: Se produce en relaciones de tipo simétrica, en las cuales los participantes de esta interacción se encuentran en el mismo nivel de estatus de fuerza y poder. El otro es recocido como tal, preservándose así la identidad y la autoestima de los participantes.
  • Violencia castigo: En este caso la relación es de tipo complementaria, en tanto el agresor presenta una posición de poder desigual y superior. El otro debe estar al servicio y respetar su ley, de lo contrario será castigado a través de humillaciones, golpes y/o privaciones. Así, la violencia es unidireccional, a diferencia de la violencia agresión. Además, aquí la identidad del maltratado es afectada en tanto se le niega el derecho a ser otro. La negación total y el rechazo de la identidad del actor receptor muestran que el actor emisor desea moldear a su pareja hasta quebrarla, para que se
    vuelva “como deber ser”. Esta falta de autoestima produce que el participante que recibe la violencia no
    realice ninguna acción de protección contra la misma.
  • Violencia castigo con simetría latente (agresión contenida): El sujeto que se encuentra en la posición obligada a sufrir un castigo, se resiste a pesar de lo desfavorable de su situación.

Trabajo grupal con hombres que se relacionan de modo violento.

Se considera que la forma adecuada de abordar el modo violento de vincularse es en grupos terapéuticos debido a que la persona que instala este mecanismo de vinculación, al escuchar a sus compañeros describir actos que ellos mismos han tratado de negar u ocultar, verán más sencillo aceptar su responsabilidad por los daños ocasionados. De esta forma, el trabajo en grupo permite pensar distintas alternativas al acto violento.

Los motivos por los cuales los hombres refieren comenzar un tratamiento terapéutico son:

  • Por un tercero: Puede ser por una demanda judicial, por la derivación de un profesional de la salud o de la educación.
  • Por enamoramiento: Buscar ayuda terapéutica es un modo de confirmar a su cónyuge que quiere cambiar, siendo así el tratamiento parte de la etapa denominada anteriormente como “luna de miel”.
  • Por cuenta propia: El sujeto admite que tiene un problema relacionado con la violencia.

Los objetivos del tratamiento terapéutico grupal son:

  • Permitirle al sujeto pensar en sí mismo y en la propia historia de vida. Reconocerse como un ser indefenso y maltratado implica admitir que infligió el mismo daño que sufrió en carne propia a sus seres queridos.
  • Anular modelos de relación repetitivos se debe trabajar a la par nuevos modelos.
  • Prevenir futuros actos violentos.
  • Interiorización de la ley y los límites. Entendiendo al límite como cuidado y a la ley como un contrato social de lo que se puede y no se puede hacer. Este trabajo de interiorización del límite y la ley como protección de uno mismo y de los otros, es un trabajo de construcción de suma importancia debido a que, en los primeros encuentros grupales, la mayoría de los hombres, se presentan como sujetos que encarnan la ley sin aceptar la palabra del otro como válida.
  • Reconocimiento de emociones. Se le solicita al sujeto que describa lo más exactamente posible el acto para poder analizarlo y posteriormente encontrar una forma de evitarlo. Se pregunta respecto del acto violento: cómo se siente ahora, qué sintió entonces, cómo podría reaccionaría ahora ante la misma situación, etc. Si no puede contestar, las preguntas se abren al grupo para que opine y se pueda pensar, de modo grupal, alternativas al acto violento.
  • Diferencia entre confrontación y responsabilización.
  • Alternativas de resolución de conflictos e incorporación e internalización de estos nuevos modelos.

Algunas reflexiones finales acerca de la responsabilización de los actos violentos

No puede decirse que el individuo es violento de por sí, es decir, no es violento todo el tiempo sino que, frente a determinadas situaciones, reacciona de ese modo. Actuar o no violentamente ante determinada situación dependerá de cómo se aprendió a resolver los conflictos a lo largo de la historia personal.

La violencia se define de distintas formas que no son excluyentes entre sí: como un modo de actuar frente a la diferencia, la singularidad y los deseos de cada persona, como un modo de relacionarse y como un modo de resolver los conflictos.

Entonces, si consideramos la violencia como un modo de relacionarse aprendido a lo largo de la historia del sujeto, el fin del grupo terapéutico será posibilitar una revisión de la historia personal, una responsabilización por ella y los actos violentos que lleve a una modificación en el modo de relacionarse. Para esto, también será necesario que los hombres puedan dimensionar el grado de degradación que son capaces de ejercer sobre el otro y, a su vez, reconozcan cuánto los afecta a ellos, de modo que puedan relacionarse con sus sentimientos, los cuales han quedado bloqueados, porque reconocer al otro como indefenso y maltratado implica reconocer que ellos han ocasionado eso y que han pasado por ese mismo sufrimiento en su historia infantil.

Existe una LÍNEA TELEFÓNICA GRATUITA (144), la cual funciona para la atención a la víctima de violencia familiar/género.

 

Licenciada y Profesora en Psicología: Trabajo en grupos terapéuticos para hombres que se relacionan de modo violento y con niños y adolescentes provenientes de sistemas familiares violentos.

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