A todas las edades se aprenden cosas nuevas, pero si de algo podemos estar seguros es que los adolescentes tienen un máster en imagen. Ellos no solo nacieron en la Era Escópica (de la mirada), sino que, muy rudimentariamente, nosotros fuimos ofreciéndoles herramientas que los fueron introduciendo en ella: sacándoles fotos, comprándoles revistas en las que la información escrita escasea pero las imágenes abundan, seleccionando contenidos visuales en la TV, etc. Estas, entre otras formas, acompañaron el hecho de ir construyendo su universo a base de imágenes.
Resulta casi cómico cuando se les dice a los chicos “anda a leer un libro, dejá ese aparato” porque ellos leen todo el tiempo imágenes, arman historias, imaginan escenas, piensan en otros y si bien a veces se les escapa un poco el alcance infinito de la tecnología, tienen en claro la masividad de sus exposiciones gráficas. Profundizando en estas máximas que los adultos intentan hacer respetar, nos encontramos con ¨salí de ese celular, todo el día estás metido ahí, te vas a volver tonto, compartí con nosotros¨ y algunas otras advertencias. Sería bueno observar si ese padre, mientras aconseja, tiene un aparato electrónico en el bolsillo o en la mano. Tal vez tenga alguno en la mesa del escritorio y otro colgado en la pared de la cocina, quizás otro en la pieza, pero bueno… La cantidad de artefactos que tienen los adolescentes en casa y su uso por parte de los adultos sería tema para otro encuentro. Al decir estas frases, estos adultos están ignorando parte de la información, parte del universo en el que se encuentran inmersos sus hijos. Ellos ahí comparten, hacen amigos, se expresan, juegan, y en algunas oportunidades se arriesgan, y arriesgan bastante.
Estos riesgos podemos pensarlos en ciertas dimensiones, en tanto evidencian los peligros a los que están expuestos y que en gran parte los chicos mismos exploran, como todo adolescente de cualquier época. Aquí surgen las voces defensoras del pasado diciendo “antes era distinto”. Y sí, seguramente era distinto, y los peligros eran otros, pero eran problemáticos del mismo modo: la bandita de rock, los pibes de la esquina, las chicas que iban a bailar o se encontraban con alguien que no conocían pero que se lo había presentado la amiga del amigo (podía terminar siendo el fiasco de los encuentros o una bella historia de amor). Ni hablar de los muchachos que decidían meterse en política, un universo entre fascinante y peligroso.
Pero ahora los adolescentes son un mundo aparte, porque se apartan estando presentes, se sacan fotos, suben fotos, pasan por las fotos de otros, las comentan, las critícan con sus amigos, chusmean las fotos de perfil de este o de aquel, dialogan vía imágenes, y sin irnos muy para otro cuadrante, les comento que los chicos de hoy, también se encuentran y se desencuentran como los de antes.
La mayoría de las advertencias de los adultos no son desoídas si son brindadas con dedicación, continuidad, constancia y coherencia al hablarles. ¿Por qué digo esto? Porque sus hijos hablan con cualquiera, hablan como cuando la mamá se encuentra con una vecina o el papá charla con el cajero de un local. Pero no se comunican con cualquiera, suelen ir rastreando y son mejores que cualquier investigador si se lo proponen. Saben horarios y vida de otros a la perfección, analizan imágenes y leen muy bien lo que ellas quieren decir. Viven persiguiendo imágenes de otros, famosos o no, chusmean a adultos para criticarlos y creer que tienen un as en la manga para cuando los reprendan por el uso de la tecnología.
Bueno, luego de esta reseña me gustaría que pensemos juntos sobre el valor de esta era digital, el costo de la era de la imagen; imagen que no está sola aislada y perdida en una isla sino que hace lazo con otras imágenes que nos cuentan y nos convocan a pensar y a imaginar. No es cualquier imagen, dado que tiene que estar dentro de tal o cual formato, en una u otra red social y con mil cosas por decir. Esta es la imagen que prima en estos momentos, la imagen que ¨vale¨ es la que tiene el alcance que el emisor se propone, y que dice sin palabras todo eso que se intenta no callar, o dar a entender.
¿Porque nos importa la imagen?, porque es verdad que vale más que mil palabras, pero también dice de lo que se ve, encierra lo que no se ve y deja entrever ciertos misterios. También abre una nueva perspectiva: dice sin querer queriendo todo lo le proyecta quien la está mirando, todo lo que siente quien la recibe. Esa construcción que arrancó en el armado de una foto se vuelve infinita e inimaginada al alcanzar a otros. Podríamos decir que una vez que salió de la oscuridad ya perdió la privacidad e ingenuidad, ya es parte del universo de muchos.
Y hay que trabajar sobre esto, para que eso dicho-no dicho de cada imagen salga a la luz de una forma medida, para luego perder esa cualidad. Al introducirnos en esta labor nos permitimos conocernos más, o reconocernos, ver nuestras dificultades y escuchar de nuestra propia boca progresos y los mejores detalles que tenemos. Para esto es importante poder dejarnos llevar por este universo de imágenes, por este recorrido de exploración que nos encuentra y desencuentra con nuestros demonios y con nuestros más bellos ángeles. Es importante lanzarse a jugar en este juego con reglas poco claras, que nos contemplan y nos exceden, pero en eso está el juego, en ser libres en tanto que nos reconocemos en él y más allá de él.
Toda imagen que encontramos es un reflejo, reflejo de ese instante en que todo se encuadró, reflejo de un pedacito de intimidad, dando lugar a que otros espiemos, pero al espiar quedamos expuestos, expuestos a nuestros sentimientos más personales. Esos sentimientos que uno no se atreve a revelar sobre uno mismo pero que, contrariamente, se habilita para expresarlos sobre otros. De ese modo al hablar sobre la imagen de otra persona, se está diciendo algo de uno, algo tan íntimo como celosamente guardado. Entonces nos descubrimos verbalizando nuestros mayores prejuicios o nuestras más débiles vulnerabilidades.
De este modo podemos terminar diciendo que cada imagen es un universo por descubrir y esa tarea puede ser un hermoso recorrido dentro de nosotros mismos.
Belleza de artículo … tema interesante y en boga, para pensar y repensar el valor de las imágenes y lo que cada uno proyecta en éstas. Muchas gracias amiga licenciada!